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 ACTOR |
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 Kevin Spacey
Kevin Spacey es una estrella atípica: ni escándalos, ni líos de faldas, ni divorcios millonarios, ni adicciones conocidas... Quizá por ello no se haya convertido en el actor de culto que merece ser por su versatilidad y elegancia en escena. Poco se sabe de la vida personal de Spacey. Sus reservas a publicitar su intimidad no son sólo una cuestión estrictamente personal: opina que cuanto menos sepa el público de su vida real, más convincentes resultarán los personajes que interpreta. Hasta estos niveles llega su profesionalidad. Nacido en el seno de una típica familia estadounidense -tan típica como la retratada en “American Beauty”- en su juventud, ingresó en una Academia Militar, de la que fue expulsado al poco tiempo por golpear a otro chico con un neumático, “en estricta defensa propia”, según asegura Spacey. Tras unos erráticos comienzos en los que llegó a participar en multitud de producciones -entre ellas una versión de “Sonrisas y Lágrimas”-, se trasladó a Nueva York para prepararse en el Estudio Juilliard. Dos años después debutó en Broadway con un pequeño papel en “Enrique V”. Las películas “Se acabó el pastel” y “Armas de mujer” le brindaron sus primeras oportunidades en la pantalla grande. Desde entonces, no ha parado de trabajar y de cosechar premios como el teatral Tony por su interpretación en la obra de Neil Simon “Lost in Yonkers". De poco hubiera servido el largo historial de Spacey sin el espaldarazo que supuso "Sospechosos habituales". Hollywood reconoció la calidad de su trabajo -interpretaba al "malo malísimo" del filme- con el Oscar a la mejor interpretación de reparto. Tras el premio, y ante el éxito de la película, un periodista le preguntó si había planes para hacer la secuela, a lo que Spacey repuso: "Esto no es 'Dallas'". Tras aquel reconocimiento, volvió a la gran pantalla con el papel del psicópata en "Seven", el de un policía excéptico en "L.A. Confidential" y el de un acaudalado sospechoso de asesinato en "Medianoche en el jardín del bien y del mal". Haciendo gala de su irónico sentido del humor, Spacey escribió un decálogo de lo mejor que conlleva ganar un Oscar. Entre los puntos destacaba no tener que decir nunca más "Ya es un honor estar nominado", que en Blockbuster no le mirasen mal cuando no rebobinaba sus vídeos y un contundente "Todo el mundo te besa el culo". "American Beauty" puede permitirle ampliar su lista de privilegios con un segundo Oscar, esta vez al mejor protagonista.
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