por
Diana Rodríguez Juan Pablo II sintió
siempre una especial predilección por España y por la Iglesia
de nuestro país. Primero, porque sus raíces espirituales procedían
de España. Y segundo, por la fidelidad de la Iglesia española hacia
Roma y, más en concreto, hacia su persona. Prueba de su predilección
fueron, entre otras cosas, sus viajes a nuestro país y el buen número
de estrechos colaboradores españoles con los que contaba. Las
raíces espirituales del Papa no podían ser más españolas.
Como él mismo decía, San Juan de la Cruz y Santa Teresa
de Jesús han sido «confidentes míos desde los años
de mi juventud». De hecho, su tesis doctoral, hecha en el Angelicum de Roma
bajo la dirección del dominico Garrigou Lagrange, se titulaba 'La fe en
la doctrina espiritual de San Juan de la Cruz'. La defendió en el año
1948, cuando Wojtyla tenía 28 años. Una vez elegido Papa,
uno de sus primeros gestos fue elegir al entonces sacerdote turolense y hoy nuncio,
Santos Abril, jefe de la sección española de la Secretaría
de Estado, como su profesor de español. Pronto lo aprendió y ya
lo dominaba a la perfección. Su pontificado estuvo sembrado de gestos
y delicadezas hacia España, a la que llamó amada, querida, queridísima,
noble y evangelizadora. En otras ocasiones, se refirió a ella como tierra
de santos y de mártires. Y es que España y, más en concreto,
la guerra civil, fue una de sus canteras de santos y beatos. Casi 500 españoles,
entre santos y beatos, elevó el Papa a la gloria de Bernini. Entre estas
beatificaciones y santificaciones
figuran algunas tremendamente polémicas, como la del
fundador del Opus Dei y ahora santo , Josemaría
Escrivá. Juan Pablo II contó siempre
con estrechos colaboradores españoles. El cardenal riojano Martínez
Somalo fue, durante muchos años, su hombre de confianza, no en vano
le nombró camarlengo, es decir el purpurado que regirá la Iglesia
desde su muerte hasta la elección de su sucesor. En la Curia trabajan más
de 50 españoles en distintos dicasterios. Entre los curiales más
cercanos al Papa figuran el cardenal Javierre, Pedro López Quintana,
Justo Mullor, monseñor Herranz, Cipriano Calderón,
José Luis Redrado o Enrique Planas. Pero sin duda su amigo
más cercano fue su portavoz y director de la Sala estampa del Vaticano,
Joaquín Navarro Valls. Juan
Pablo II realizó cinco viajes a España: en 1982, en 1984, en 1989,
en 1993 y en 2003.
Sus viajes giraron, como no podía ser menos, en torno a Santiago de
Compostela, Zaragoza, Sevilla y Madrid. En Compostela
reunió a 500.000 jóvenes y en sus visitas a Madrid muchos fueron
los que se desplazaron hasta la capital de España para ver en persona al
Pontífice. En sus viajes a nuestro país se acuñó el
famoso eslogan del 'Totus Tuus' y la canción de la barca se convirtió
en un himno distintivo del pontificado viajero del Papa polaco. Siempre
alabó las 'profundas raíces religiosas' de España,
aunque, en ocasiones, afirmó que el país estaba cayendo en el neopaganismo.
Aunque sus mayores diatribas se las dedicó al terrorismo. En múltiples
ocasiones, Juan Pablo II expresó su rotunda condena del terrorismo.
Por ejemplo, el 11 de marzo del 2001, en la megabeatificación de 233 mártires
de la guerra, exhortó a denunciar la 'lógica perversa' que se transforma
en «una serie horrenda de violencias y asesinatos, que ofenden a Dios»
y que «ninguna causa o ideología pueden justificar». Y añadió:
«Los atentados terroristas hieren a España y humillan a Europa». |