POR SONIA APARICIO
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Suárez
felicita a Xabier Arzalluz tras ratificarse el Estatuto de Gernika, en 1979. (Foto:
EUROPA PRESS) |
Las aspiraciones nacionalistas vascas forjadas
desde finales del siglo XIX tras las guerras carlistas y la supresión de
los fueros empiezan a ver la luz durante la Segunda República. La Constitución
de 1931 recogía el derecho de que «una o varias provincias
limítrofes, con características históricas, culturales y
económicas comunes» pudieran «organizarse en región
autónoma para formar un núcleo político-administrativo dentro
del Estado español».Tras dos intentos fallidos, en 1931 (Estatuto
de Estella) y 1932, que planteaban la autonomía incluyendo a Navarra, en
1933 se aprueba en referéndum un nuevo texto que abandona las pretensiones
sobre Navarra. Pero la disolución de las Cortes para celebrar elecciones,
primero, y la falta de acuerdo entre los nacionalistas y el Gobierno republicano,
después, demoran la aprobación del Estatuto
hasta el 1 de octubre de 1936, empezada ya
la guerra civil. El primer Gobierno vasco,
presidido por José Antonio Aguirre —lehendakari en el exilio hasta
su muerte, en 1960—, sólo funcionó
unos meses en Vizcaya. Álava, que se había adherido al alzamiento,
conservó durante la etapa franquista su concierto económico; pero
a Vizcaya y Guipúzcoa, 'provincias traidoras', Franco se lo negó. La
dictadura prohibió las instituciones vascas y el uso del euskara. La represión
dio aliento al sentimiento anticentralista y antiespañol. Alimentada por
las tesis de que «Euskadi es un país ocupado por España»,
aparece en escena, en 1959, la banda terrorista ETA,
la alternativa radical y violenta a los postulados nacionalistas más moderados
del PNV, presente, desde entonces, en la vida política y social del País
Vasco y de toda España. En noviembre de 1975 se crea una comisión
de estudio para la implantación de un régimen administrativo especial
en Vizcaya y Guipúzcoa. Y el 19 de junio de 1977, cuatro días después
de las primeras elecciones tras la muerte de Franco, se constituye en la Casa
de Juntas de Gernika la Asamblea de Parlamentarios
Vascos. Las distintas formaciones se ponen a trabajar en un proyecto de
autonomía provisional que ve la luz,
en pleno debate constitucional, el 4 de enero de 1978,
con la creación del Consejo General del País Vasco, presidido por
el socialista Ramón Rubial. Se contemplaba
que Navarra pudiera integrarse en el Consejo, si bien la decisión final
sobre su ingreso correspondería a la Diputación Foral. Al año
siguiente, mientras el Estatuto se tramitaba en el Congreso, el presidente, Adolfo
Suárez, y el presidente del PNV y del gobierno preautonómico,
Carlos Garaikoetxea, pactaban los puntos más
controvertidos en La Moncloa. Queda para la Historia una anécdota
más que curiosa: El nacionalismo vasco, herido en su orgullo porque Cataluña
—que tuvo Estatuto en 1932 y vio el restablecimiento provisional de la Generalitat
en septiembre de 1977— iba siempre un paso por delante, puso todo su empeño
en acelerar la tramitación del Estatuto: el 29
de diciembre de 1978, los representantes vascos alquilan
una avioneta para presentar su texto en Madrid antes que los catalanes.
Y lo consiguieron: el Estatuto de Gernika se registró en el Parlamento
ese día a las 19.12 horas; el catalán, a las 20.23. Triunfo sólo
simbólico, ya que ambos textos se tramitaron simultáneamente yfueron
aprobados en referéndum el 25 de octubre de
1979. El 9 de marzo de 1980, se celebran en el País Vasco las primeras
elecciones autonómicas. |