Duelo en Italia

El fantasma de la ingobernabilidad

por Gionata Chatillard

FOTO: EFE

Tras una larga noche electoral y un escrutinio que hasta la última papeleta se resistió a emitir un veredicto definitivo, el centroizquierda de Romano Prodi consiguió finalmente lograr el control de ambas ramas del Parlamento italiano, aunque su acérrimo rival, Silvio Berlusconi, no sufrió en las urnas el serio batacazo que las encuestas le auguraban. El resultado es que la débil mayoría de La Unión en las dos cámaras parece ser el escenario más propicio para que el transfuguismo y la inestabilidad política vuelvan a Italia.

Y es que, a pesar de la victoria, prácticamente ninguno de los partidos del centroizquierda ha salido reforzado de las urnas. La balanza del poder político en el Parlamento se ha inclinado a favor de la coalición de Prodi solamente en virtud del llamado ‘premio de mayoría’, un mecanismo electoral creado por el Gobierno Berlusconi pocos meses antes de que se celebrasen los comicios.

No cabe duda de que al ‘Cavaliere’ le salió el tiro por la culata, puesto que, gracias a la reforma electoral aprobada por su Ejecutivo, sus rivales pueden ahora gozar en la Cámara Baja de 63 diputados más que el centroderecha, a pesar de haber ganado por sólo una décima el recuento del voto nacional.

Diferente es la situación en el Senado, donde tuvieron que ser los parlamentarios elegidos mediante el voto emitido en el extranjero quienes definitivamente dieron el control de la Cámara Alta a la coalición del ‘Professore’. No obstante, se trata de una mayoría muy ajustada, de sólo dos senadores, lo que podría llevar a varias situaciones de bloqueo legislativo si La Unión no se muestra en el futuro compacta como lo ha estado durante la campaña electoral.

La prioridad del nuevo Gobierno será sin duda intentar arreglar las maltrechas cuentas públicas de un país definido por el 'Financial Times' como «el gran enfermo de Europa»: en los últimos 15 años, la economía transalpina ha sido la que más lentamente ha avanzado en el continente, con un crecimiento cero en 2005. En la actualidad, la deuda pública excede el 105% y el déficit es superior al 4% del PIB.

La Unión, en su programa electoral, ha prometido reducir el trabajo temporal, reintroducir el impuesto de sucesión para las rentas más altas y luchar contra la evasión fiscal acabando de una vez con las numerosas amnistías decretadas por el Gobierno Berlusconi en este terreno. No obstante, es en el campo de la política internacional y de las medidas de corte social –como el debate sobre los derechos de las parejas de hecho- donde su variopinta y heterogénea coalición se muestra poco unida.

Desde La Casa de las Libertades no se cansan de repetir que el ejecutivo de Prodi no será capaz de llevar a cabo ninguna de las urgentes reformas que necesita el país, puesto que en las heterogéneas filas de la nueva mayoría conviven tanto herederos de la vieja democracia cristiana, como políticos de trayectoria laica y hasta dos partidos comunistas, el mayor de los cuales es quizá la única formación del centroizquierda que ha salido realmente reforzada de las urnas.

Son precisamente los números parlamentarios de Refundación Comunista que, según los analistas más críticos, impedirán a La Unión acabar la legislatura al frente del Ejecutivo, algo que en Italia -un país donde ha habido más de 50 gobiernos en 50 anos- acaba de conseguir Berlusconi por primera vez a partir de la posguerra. Y es que fue este partido, liderado por el carismático Fausto Bertinotti, el que provocó la caída del primer Gobierno Prodi en 1998 por oponerse a una intervención armada en la ex Yugoslavia. La retirada de las tropas italianas de Irak, que el líder del centroizquierda ha anunciado como una de sus primeras medidas, será con toda probabilidad el primer precio que Prodi pague para garantizarse el apoyo de los comunistas.

La estrecha mayoría conseguida en el Senado y el fantasma de la ingobernabilidad que tradicionalmente caracteriza el panorama político transalpino podrían acelerar la formación de un auténtico gran partido de centroizquierda que, superando las actuales federaciones presentes en La Unión, aglutine a las principales fuerzas reformistas de la coalición. Esta nueva formación, cuya creación todavía se encuentra en fase embrionaria, ya ha sido bautizada como Partido Democrático y, si finalmente se convierte en realidad, hará que también Prodi tenga, por primera vez, un partido propio.

Coordinación: Sonia Aparicio | Ilustraciones: Luis Parejo | Diseño: Rocío Martínez
© 2006 Mundinteractivos, S.A.  Política de privacidad