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Ruleta biológica

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Los hermafroditas o la identidad sexual confusa

De la unión del festivo Hermes y Afrodita, nació Hermafrodita, un extraño ser con genitales masculinos, unos voluptuosos pechos y caderas de mujer y unas delicadas facciones femeninas. Este pequeño dios griego simbolizaba la arcaica idea, también en culturas como la hindú, de que el estado ideal es el de la autosuficiencia sexual.

En la especie humana el hermafroditismo es el producto de anomalías genéticas y hormonales que, procedentes bien del embrión o de la madre, dan como resultado seres que combinan características morfológicas de ambos sexos. Estas condiciones a veces se observan desde el nacimiento, pero en muchos casos son sólo apreciables a partir de la pubertad. El hermafroditismo humano es variado. Se pueden distinguir, por lo menos:

Hermafroditas varones o pseudohermafroditas con testículos y órganos sexuales femeninos.

Hermafroditas mujeres o pseudohermafroditas con ovarios y órganos sexuales masculinos.

Hermafroditas verdaderos que poseen tejido gonadal de ambos sexos (normalmente un pene y un clítoris atrofiados en ambos casos). Respecto a éstos, aunque suelen tener aspecto externo más de mujer que de hombre, muy pocos son criados como chicas. La existencia de un pequeño pene suele conducir a la familia a creer que son chicos y a criarles como tales, lo que puede llevar a problemas de identidad más adelante.

La historia del hermafroditismo ha sido trágica. En Grecia y Roma eran asesinados al nacer o al descubrirse su condición. Durante la Edad Media y el Renacimiento, el hermafroditismo estuvo reconocido en los códigos civiles y canónicos: los padres podían elegir el sexo del hijo hermafrodita y más tarde, en la pubertad, se le confería este derecho al propio sujeto quien, una vez escogido el sexo, debía tener una conducta sexual acorde a su elección o podía acusársele de sodomía.

Las circunstancias psicológicas que acompañan al hermafroditismo suelen ser: depresión, baja autoestima e ideas suicidas. La existencia de problemas en su identidad sexual (es decir, su identidad psicológica como "hombre" o "mujer") suelen ser frecuentes.

Carmelo Vázquez
Ilustración: Ana Juan



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