140 Motor & Viajes
sábado, 12 de febrero de 2000
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El Cristianismo le dio forma y el franquismo acabó con cinco siglos de historia. Hoy, la fiesta del disfraz, la chirigota y la burla se ha restablecido, y se celebra hasta en el último rincón de España

CARNAVAL EN...
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NOELIA SASTRE

El Toboso / Don Carnal madruga

En este pueblo toledano tienen más de una razón para presumir de carnavales. Son los más madrugadores de la península, rinden homenaje a dos santos y fueron visitados por Cervantes, ilustre testigo de sátiras, sainetes y chirigotas. Los más madrugadores, decimos, porque ya hace algunas semanas que celebraron el entierro de la sardina. Y es que aquí el carnaval comienza el 17 de enero, día de San Antón, que bendice a los animales al alba. Una antigua costumbre que tenía como protagonista a un gorrino: lo soltaban por las calles para que los vecinos lo alimentaran y, llegado el día de su patrón, lo rifaban. Sin embargo, esta tradición ha ido perdiendo color con los años para dejar paso al auténtico inicio de las fiestas de invierno. El frío obliga, y la hoguera de sarmientos está preparada para San Sebastián, el 20 de enero, junto a la ermita del santo. A medianoche se deja el fuego, los cacahuetes y el zurra, y empieza el baile de máscaras, con representaciones satíricas acordes con el personaje elegido. Las comparsas, también llegadas desde las localidades vecinas al pueblo de Dulcinea, ponen la nota musical, multitudinaria y -ara la mayoría-divertida a unas fiestas que acaban donde empezaron, frente al templo del siglo XIII. El domingo, después del obligado entierro, se reparten sardinas y se despiden de un carnaval en el campo manchego.

Lantz / Recuperado en imágenes

En 1964, Pío y Julio Caro Baroja decidieron rodar un documental en el que se reconstruyó el carnaval de Lantz. Contaron con el beneplácito de la Institución Príncipe de Viana y fueron los artífices de la recuperación de una fiesta que, como en tantas otras tierras, no se había celebrado desde el 3 de febrero de 1937 cuando, en plena Guerra Civil, se dictó una orden que prohibía el insultante e indecoroso baile de máscaras. Conocido el interés de los Caro Baroja por las fiestas populares, y a pesar de la pequeña polémica que su intención provocó en un primer momento, el diminuto pueblo navarro desempolvó finalmente al rey de estos días, Miel Otxin. Un gigante de tres metros fabricado con heno y vestido con ropa de colores que se pasea por el pueblo acompañado del ziripot -echo también con heno-y de los mozos, aquí llamados txatxos. El gran enemigo del ziripot es el caballo (zaldiko), que lo embiste cada vez que tiene oportunidad. Este animal, símbolo de fecundidad para todos los pueblos del Pirineo, es perseguido por los herreros, que intentan una y otra vez ponerle las herraduras. El final de tanta representación es ver a Miel Otxin convertido en pasto de las llamas. El fuego está presente una vez más en este carnaval, que se ha convertido en uno de los más famosos, interesantes y apetecibles del norte de España.

Ciudad Rodrigo / El toro dicta sus leyes

Otro símbolo de fecundidad, el toro, ha hecho célebre el carnestolendas de Ciudad Rodrigo. Es la fiesta grande y como tal la viven sus habitantes, que ven cómo las estrechas calles medievales de la ciudad salmantina se preparan para el recorrido que los mozos conocerán durante la primera semana de marzo. Las calles, y el decorado renacentista de la plaza mayor, que se convierte en un improvisado coso levantado en madera. El viernes de carnaval, a medianoche, los mozos participan en la denominada cogida de barreras, intentando hacerse con un trozo del redondel que será de su propiedad durante las capeas. Los primeros encierros se celebran al día siguiente, cuando aparece la figura del toro, que dicta sus leyes hasta el término de las fiestas. El domingo llega el encierro a caballo, cuando los toros son guiados hasta la plaza desde las fincas próximas. Y un respiro para los vecinos: además de las larguísimas noches, que aquí cuentan con un fervoroso público extranjero llegado de la Universidad de Salamanca (sobre todo estadounidenses, emulando seguramente a su venerado Hemingway), el lunes entran en escena los disfraces, comparsas y carrozas. Y, para terminar, el toro del aguardiente: antes de soltarlo se reparte esta bebida que, junto a las típicas perronillas, tonifica los castigados cuerpos después de estos intensos días.

Sitges-Roses / Máscaras en la costa

Lo de Sitges es una cuestión de cifras: más de 3.000 participantes, medio centenar de carrozas y 250.000 espectadores durante el día grande, cuando la Rua del Extermini desfila por el paseo marítimo. Por eso son los más multitudinarios de Cataluña. Por eso, y por los impresionantes disfraces de la comunidad homosexual que -iguiendo los parámetros brasileños-hizo famoso este carnaval desde la época de la transición. Precisamente una de las sociedades de Sitges, El Retiro, celebra en el 2000 sus 25 años de existencia. Por cierto que aquí dan la bienvenida a don Carnal degustando el xató y una copa de malvasía. Y mientras en este pueblo barcelonés recuperaron los disfraces cuando acabó el franquismo, en Roses (Girona) nunca los perdieron. Fue una de las contadas poblaciones que consiguió camuflar el carnaval con la excusa de celebrar bailes regionales, que el folclore siempre gustó al régimen. La situación geográfica y la arraigada tradición -ienen documentos fechados en el siglo XVII-lograron conservar el espíritu transgresor de estas fiestas, aunque con la atenta mirada de la Guardia Civil, que se llevó a más de uno al cuartelillo aquellas noches. En la actualidad, sus 12.000 habitantes reciben el Dijous Gras con una chocolatada y lo despiden con la lectura del testamento del difunt Carnestoltes.

 

Cádiz
Santa Cruz de Tenerife
Artículo de Jesús Torbado

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