1989: LA TELEVISION PRIVADAEL ESPECTADOR La solución que se dio a la televisión privada JUSTINO SINOVA La Constitución reconoció el derecho a la información
de los españoles y como es esencial que pueda ejercerse &laqno;por
cualquier medio de expresión», como decía la Declaración
de Derechos Humanos (art. 19) y recoge expresamente la Constitución
(&laqno;por cualquier medio de difusión», art. 20), el monopolio
de la televisión pública pasaba a ser algo al margen de la
ley, sólo dependiente del desarrollo legal que la propia Constitución
requería. Sin embargo, la televisión privada tardó
en llegar. Los Gobiernos de Felipe González, que no estaba entusiasmado
con la idea, encontraron ayuda en una sentencia asombrosa del Tribunal Constitucional
que hacía depender el desarrollo del art. 20, en cuanto a la televisión
privada, de una decisión discrecional. En la práctica el Tribuna
sometía el ejercicio de un derecho a un acto político. Pero
el Gobierno socialista acabó cediendo y elaboró un proyecto
de ley que al final, como era notablemente restrictivo, salió adelante
sólo con los votos de su grupo. La televisión privada quedó
limitada a tres emisoras de ámbito estatal por causa de límites
técnicos que no existían. La privada de ámbito local
quedó para otra ocasión y fue regulada luego tarde y mal,
cuando existían emisoras alegales en toda España. Al margen
de la opinión que merezca a cada uno el papel de la televisión
privada en España, lo cierto es que la solución política
que se le dio fue torpe y lenta. El poder demostró temer demasiado
el fin del monopolio. La ley, al poco tiempo, quedó anticuada, ampliamente
desbordada por el desarrollo tecnológico, que ha cambiado de arriba
abajo el panorama de la comunicación televisada. [HISTORIA] [TESTIMONIO] [ACONTECIMIENTOS DEL AÑO] [DICCIONARIO] [PROTAGONISTAS] [EL ESPECTADOR] |
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