Nace la Inglaterra egoísta y generosa. 1066

La sangre de un normando es la responsable de las contradicciones inglesas

AL MEDIAR EL SIGLO XI Inglaterra seguía incompleta. Necesitaba sangre nueva y le llegó del Norte, acaudillada por un audaz y recio normando llamado Guillermo, cuyos antepasados habían olvidado su lengua escandinava y aprendido el francés, afincándose en Normandía y fijando los ojos en la tentadora costa inglesa cuyos perfiles se atisbaban al otro lado del Canal de la Mancha. La batalla de Hastings, librada en 1066, fue el Guadalete inglés, porque inyectó fecundante sangre nueva a una raza banal y estéril. Cuando el campo de batalla quedó para los normandos, nació la Inglaterra egoísta y generosa, innovadora y conservadora, tenaz e indolente, libertadora y esclavizante, grandiosa y ruin, provinciana y cosmopolita.

De Guillermo el Conquistador y sus barones francófonos nació el idioma inglés, Estados Unidos, Shakespeare y todo el cúmulo de bellezas, pragmatismo y útiles ingenios de que es responsable la raza inglesa ante el tribunal de la Historia. Fueron estos ingleses de sangre bastarda quienes dieron el golpe final a la arbitrariedad ecuménica de la Roma papal y quienes, brutal, pero inteligentemente, abrieron los siete mares al comercio mundial.

Ilustración. Guillermo el Conquistador luchando en la batalla de Hastings.