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La
influencia de la Red en la novela
Mark Z. Danielewski escribe House of Leaves, la primera obra
literaria importante inspirada en Internet
ANTONIO
CORDOBA | BOSTON
En el principio, cuenta San Juan, fue el Verbo. Un poco más
tarde apareció la letra, y en la década de los noventa
Internet proclamó su triunfo absoluto. Hoy día la
Red le quita horas y horas a los otros canales de distribución
de contenidos, y lo hace con algo tan viejo como la lectura. Ciertamente,
muchísimas conexiones a Internet consisten en el acceso a
archivos musicales, sitios de cine digital, páginas pornográficas,
etc. Sin embargo, no debe olvidarse que Internet ha supuesto una
explosión imparable de la producción y el consumo
de textos. El correo electrónico ha resucitado la escritura
de cartas. Casi todos los medios importantes han creado y alimentado
un doble digital que compita con los medios exclusivamente accesibles
online. Y el narcisismo nunca tuvo mayores oportunidades que hoy
día, con decenas de miles de páginas personales llenas
de fotos y, sobre todo, textos.
No siempre
pareció que el ciberespacio fuera a tomar esta forma. En
realidad, el mismo concepto de ciberespacio tuvo en su origen un
significado muy diferente. Así lo define William Gibson en
Neuromante (1984): "Ciberespacio. Alucinación consensuada
experimentada diariamente por miles de millones de operadores autorizados,
en todas las naciones, por niños que aprenden conceptos matemáticos…
Una representación gráfica de información extraída
del banco de datos de cada ordenador en el sistema humano. …Lineas
de luz ordenadas en el no-espacio de la mente". Hay que señalar
también que el protagonista de la novela de Gibson es un
ladrón de información que se conecta directamente
al ciberespacio, a la alucinación, a través de su
sistema nervioso. Todo lo cual, y perdonen la irreverencia los fans
del ciberpunk, no parece andar muy lejos de Segismundo y La vida
es sueño.
Pero la experiencia
de la Red en el año 2000 no es la de un sueño o una
alucinación. No es Calderón el referente, o Tom O'Leary,
el profeta del LSD, sino Borges y su biblioteca de Babel. Basta
con sentarse ante la pantalla, acceder a un buscador, teclear una
entrada y observar la aparición de miles de textos que curiosear,
explorar, abandonar para pasar al siguiente. Es el mundo de El
nombre de la rosa, más que el de Neuromante, y
el mismo Umberto Eco advirtió recientemente del peligro que
el exceso de información disponible en Internet podía
suponer. De repente, la Biblioteca ha crecido inmensamente y contiene
100 terabites, el equivalente a cien mil millones de volúmenes.
Comparése con bibliotecas como la de la Universidad de Harvard,
una de las mayores del mundo, que sólo tiene trece
millones. El laberinto de libros parece súbitamente infinito.
House of
Leaves, o de cómo usar google
A finales de
marzo de este año, apareció House
of Leaves, primera novela de Mark Danielewski. El New York
Times la consideró "maravillosa" y le concedió la
calificación más alta posible. Críticos de
distintos medios coincidieron que se trataba del debut literario
más importante desde el de Thomas Pynchon, es decir, de los
últimos cuarenta años. En un mes se realizaron tres
ediciones en rústica, mientras que la edición en tapas
duras se agotó inmediatamente y una copia pasó a recibir
ofertas de más de 60,000 pesetas en eBuy. No sería
aventurado considerar a House of Leaves la mayor sensación
editorial y literaria del año en EE.UU.
¿De qué
va la novela de Danielewski? Johnny Truant, un veinteañero
algo perdido en Los Ángeles, encuentra una noche los papeles
de Zampanò, un anciano sin familia y, como Borges, ciego.
Sus escritos resultan ser capítulos de un libro académico
sobre un documental, "El reportaje de Navidson", supuestamente aparecido
en 1993. El documental trata sobre cómo la familia de Ned
Davidson se muda a una casa en un suburbio de Virginia y descubre
al poco tiempo que la casa es más grande en el interior
que en el exterior. Al principio la diferencia es de unos centímetros,
pero un día, de repente, aparece una puerta que da a un pasillo
que se extiende por varios kilómetros hasta llegar a una
escalera de caracol que desciende a no se sabe dónde. El
laberinto de pasillos será objeto de varias exploraciones
recogidas por Navidson en su documental.
Lo curioso
de la narración de Zampanò es que incorpora las opiniones
sobre la película provenientes de infinidad de fuentes. Es
una experiencia similar a introducir en google
"El reportaje de Navidson" y hallar una cantidad inabarcable de
textos alusivos. Un gesto, una acción, un rasgo de un personaje
no se describe como tal, sino que se filtra a través de la
opinión de un artículo periodístico contrapuesto
a un artículo académico contrapuesto a un especial
en televisión. Un párrafo típico puede empezar
así: "Análisis frecuentes de las primeras tres exploraciones
se han concentrado en los aspectos físicos de la casa. Florencia
Calzatti, no obstante, ha demostrado en su convincente libro La
disolución de la familia americana (New York: Arcade
Publishing, 1995)--descatalogado--como esas invasiones empiezan
a despojar a los Navidsons de cualquier sentido de cohesión
existente hasta entonces". Todas estas opiniones se yuxtaponen en
una delirante proliferación de ideas en el texto principal,
al tiempo que se acumulan las notas a pie de página con más
alternativas y comentarios.
Mientras eso
ocurre en el análisis del "Reportaje de Navidson", Johnny
Truant ejerce de editor, introduce sus propias notas que aclaran
el texto de Zampanò, e incluye otras que tratan de su "aventuras"
en el extraño mundo de Los Ángeles, sus traumas del
pasado, la progresiva obsesión con el libro y el terror que
la casa le provoca. En cualquier momento puede aparecer una nota
al pie en la que, como en un popout, esas ventanas que se abren
en un navegador paralelo, Johnny nos aparta de los terrores de la
casa para introducirnos a los suyos propios. La novela se convierte
así en un espacio en el que podemos consultar al menos dos
sitios al mismo tiempo, si no más. Porque House of Leaves
incorpora juegos con la tipografía que permiten la convivencia
de distintos textos a la vez, como esta misma página que
usted está leyendo, con enlaces y textos a la izquierda,
arriba y abajo. La novela incluye además lo que el propio
Danielewski llama un "buscador", un índice de las palabras
importantes con todas las páginas en que aparecen. El término
es muy apropiado, sobre todo cuando Johnny Truant compara el caos
de los papeles de Zampanò a la biblioteca de Alejandría
o la Red, igualándolas.
El mismo Danielewski
se encargó de incluir una primera versión de su novela
en esa inmensa biblioteca que es Internet. Enfrentado al problema
de distribuir un borrador de 700 páginas a amigos repartidos
por todos los Estados Unidos, Danielewski tuvo que hacer algo inusual:
"Encontré una dirección con todo tipo de barras e
interrogaciones y tildes y demás y publiqué la novela
como un archivo pdf y dije: 'Mira, si quieres leerla, puedes conseguirla
online'. Y al final unos cuantos extraños encontraron el
libro, lo que demuestra la variedad de lectores que hay, que no
tendrían porqué entrar en una librería o leer
el New York Times". La primera edición apareció tres
años antes que la novela en papel, la cual indica claramente
que se trata de una segunda edición. Una segunda edición
que incluyó muchísimos cambios y que Danielewski querría
"devolver" algún día a la Red.
Todo esto,
claro, no es nuevo. Hace décadas que autores vanguardistas
empezaron a experimentar con la disposición de varios textos
paralelos sobre la página. E Internet, en sus primeros días,
fue un canal dedicado al intercambio de manuscritos y artículos
dentro de la comunidad científica. Lo fascinante, sin embargo,
consiste en que esta novela aparezca ahora y con esta repercusión,
en un momento en el que la Red se ha convertido en una presencia
tan fuerte en la vida contemporánea. Los lectores parecen
comprender que leer House of Leaves, con sus simultáneos
planos de lectura posible, sus disgresiones, sus páginas
que contienen a lo mejor sólo dos palabras y pueden leerse
vertiginosamente, es extraordinariamente parecido a la experiencia
de navegar en Internet. Saltar de enlace en enlace, demorándonos
en un sitio y echando un breve vistazo al siguiente, en una sucesión
arbitraria y desordenada de lecturas, es explorar el ciberespacio
y leer a Danielewski. No una cuestión de alucinar frente
a la pantalla y sentir la información corriendo por la espina
dorsal, sino de sentir la presencia todopoderosa de la letra.
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