Mujeres en el borde del poder

Marcial Romero, sociólogo, experto en el avance laboral femenino y sus consecuencias, le parece que las mujeres españolas están embebidas en una inversión continua de tiempo y esfuerzo. Que han aprendido a ofrecer disposición, disponibilidad y preparación, y a esperar no sólo dinero, sino también poder. Y que ya sólo les queda, en ese imparable toma y daca, rentabilizar tanta dedicación, si es que la rentabilizan.

En cualquier caso, le parece que las mujeres españolas han caminado, desde los años setenta, despacio y de continuo y que han llegado (algunas) a un irreversible y último tramo: "El de la posición justa y apropiada para dar el salto final. Los setenta fueron los años de la incorporación al mercado de trabajo. Y los ochenta, la década de la inversión. A medio y a largo plazo van a provocar una presión muy importante en el mercado de trabajo. Les queda la subida a los puestos estratégicos, los políticos, porque es ahí donde se decide el destino del dinero público. Y les queda también apropiarse por completo de su autonomía personal".

El sociólogo Romero recuerda una encuesta reciente entre directivos. Se les pedía que señalaran, en una escala de uno a diez, el "grado de sacrificio" que les había costado llegar al puesto de responsabilidad que ocupaban. Por sacrificio entendían los encuestadores renuncia. A la vida familiar, al tiempo libre... Entre los hombres, pocos pasaban del dos. Y entre las mujeres, casi ninguna bajaba del cinco.

Una época de sobreesfuerzo que entiende y padece María Tardón, juez del Juzgado de Instrucción número once de Madrid, investigadora de los papeles de Laos de Luis Roldán, treinta y ocho años, y su madre y su abuela todavía preocupadas cuando se enzarza en algún caso complicado. El matrimonio de María Tardón pasó incluso por una "época de reflexión" en la que algo, mucho, tiene que ver su profesión. "Cuando yo estudiaba, no se veía nada claro. Mi hermana mayor, por ejemplo, terminó el bachillerato y luego se casó. Los estudios eran la preparación para un buen matrimonio. Parece de la prehistoria... Ahora, a mi alrededor, veo que sólo nos queda acceder al Tribunal Supremo. Supongo que no es más que una cuestión de tiempo, un proceso natural. Y tiene que suceder ya, si no, sería señal de retraso. También se convirtió en un proceso natural que a los maridos y novios les guste que llegues a juez y no tanto que pases de ahí. O sea, que te pases".

Cree la juez Tardón que se vive en el equilibrio del sobresalto. "Formas parte de un grupo privilegiado cuando puedes renunciar a una parte del ajetreo profesional. Difícil. No conozco a ninguna abogada con hijos que pueda permitirse un despacho propio. Lo que cualquiera puede ver es que en la Administración Pública, o en la Universidad, en sectores donde la selección es objetiva, por oposición, las mujeres tenemos menos dificultades".

El año pasado, consiguieron el triple de plazas que los hombres en los puestos de Oferta de Empleo Público. Tiene una explicación. La mayoría de las vacantes eran de maestros y, tradicionalmente, para la enseñanza se presentan muchas más mujeres que hombres. Pero no, por ejemplo para las de Gestión de Hacienda Pública, y ahí aprobaron 153 mujeres y 110 hombres.

"El sector público -dice Marcial Romero- es el empleador más importante de mujeres, 72 de cada cien. Sobre eso no hay discusión y es determinante la variable educación, la preparación. Se produce un efecto perverso. Las mujeres ocupan puestos en la Administración, a la vez desciende el nivel de los sueldos y los hombres se desplazan hacia el sector privado. Un 13% de los altos cargos de la Administración son mujeres. Parece poco pero no lo es. Aunque están accediendo de forma progresiva a tres sectores importantes: servicios, inmobiliario y financiero. Sus problemas comienzan, sobre todo, cuando quieren saltar a la empresa privada".

No para María Martínez, responsable de las inversiones en deuda para clientes extranjeros en una entidad financiera española. Tiene treinta años y cuando llegó al banco hace cinco no había ninguna otra mujer trabajando cerca . Ya sí. Si repara en las que hay ahora a su alrededor es porque alguien se lo pregunta. No cree que para sus compañeras de generación resulte una preocupación, ni siquiera una curiosidad. "A las mujeres de mi edad nos asombra que se plantee cuántas mujeres ocupan éste o aquel puesto . Nos asombra, así de primeras. Si me paro a pensar, sí podría decir que conozco a bastantes ejecutivas y a pocas altas directivas. ¿Hasta cuándo? Hasta que pasen unos años. Pocos. El ascenso en mi profesión es objetivo".

La presidenta del Banco Mundial de la Mujer (BMM), fundación con sede en Nueva York, presencia en sesenta países y la intención de asesorar gratuitamente a quienes se deciden a crear una empresa, resumió el año pasado: "Las mujeres somos más de la mitad de la población, dos terceras partes de las horas trabajadas corren de nuestra cuenta. A cambio recibimos sólo un diez por ciento de la suma salarial y nos corresponde un uno por ciento de la riqueza mundial".

Visto así, desolador. Con un ejercicio de aproximación, no tanto. Estela Carles, abogada en el BMM en España desde el 88, tranquiliza:"En los últimos doce años se ha duplicado en España el empresariado femenino y ahora es del 16%, unas 70.000 empresarias. No está mal si lo comparamos con el 25% de la Unión Europea. Un tercio de las empresas de nueva creación está dirigida por mujeres. También es cierto que la mayoría de las empresas son muy pequeñas y en algunos casos sin más pretensión que el autoempleo, pero la tendencia es similar en Europa. Aunque el sueldo de las mujeres es un cuarenta por ciento menor que el de los hombres, lo que sí hemos notado en los últimos años es que las que vienen a consultarnos sobre créditos o a aprender gestión empresarial conocen mucho mejor sus necesidades. Y creemos que ese avance es más significativo y esclarecedor que las estadísticas".

El informe Las españolas en el umbral del siglo XXI que preparó el Instituto de la Mujer en el año 95, y a propósito de la Conferencia Mundial de Pekín, sí intenta aclarar con números y recoge, por ejemplo, que mientras en 1980 las mujeres eran el 43% de los licenciados universitarios, diez años después habían alcanzado el 54%. En las carreras relacionadas con la salud se pasó de minoría a mayoría. De un 46% en el 80 a un 56% en el 90. La educación es otro sector con dominio de presencia femenina. Muy importante en la enseñanza primaria y media (las profesoras doblan a los profesores en la educación básica y los igualan en la media) pero que desciende de forma considerable en las universitarias. Los últimos datos, del 96, señalan que, de los directores de empresas y de la Administración Pública, un 32% son mujeres y más de un 67%, hombres.

Así y todo, Carmen Iglesias, catedrática, académica (la única) de Historia, profesora del Príncipe y tutora de la infanta Cristina, nueva directora del Centro de Estudios Constitucionales, cree que la universidad es un remanso de igualdad y garantía. Un ámbito como ningún otro de promoción femenina. "De lo que hablamos es del techo de cristal. Los hombres son generalmente muy amables en el trabajo. Hasta que te conviertes en un rival. Entonces, comienzan a ningunear. Primero eres competencia, luego un peligro y ahí comienzas a sufrir filtros. No están tan lejos los tiempos en que Emilia Pardo Bazán fue propuesta para la Academia con gran escándalo y repulsa de Juan Varela y Menéndez Pelayo."

Carmen Iglesias cuenta una conversación entre dos importantes empresarios. La conversación, real y escuchada de refilón, resulta increíble de puro sabida: uno de ellos intentaba convencer al otro de que contratar mujeres y descargar en ellas responsabilidad resulta muy rentable. Son más trabajadoras, los clientes prefieren tratar con ellas, se organizan bien. Ya, contestaba el otro, pero en cuanto te descuidas se quedan embarazadas y se vuelven a casa. "¿Puede creerlo? Hasta parece que me lo estoy inventando. Si eres mujer, pagas un plus, mayor esfuerzo, mayor atención. Las elecciones a que se ven obligadas las mujeres son mucho más radicales. Nadie puede tenerlo todo. Y las mujeres, menos".

Depende. Algunas, sí. Otras terminan haciendo cuentas y decidiendo que no merece la pena tanto esfuerzo, perdiendo en el empeño el aprecio por un marido que ya no resulta presentable, posponiendo la pareja hasta que lleguen tiempos más tranquilos o, lo más frecuente, sin ganas de que les pongan ni un dedo encima cuando llegan a casa. Ángeles Sanz, que es psicóloga y sexóloga, trata todos estos problemas y más. Después de advertir de los peligros de la generalización, explica que suelen darse dos variantes, una vez conseguidos el éxito y el poder. Quien tiene pareja intenta mantenerla y lo consigue con dificultades. "Por ejemplo, un celador y una directiva que acuden a consulta porque les resulta muy difícil sobreponerse a un desnivel que no existía cuando empezaron a convivir hace seis o siete años. Lo ve empequeñecer a la misma velocidad que ella crece". Y quien no la tiene se vuelve más exigente, "y mantiene la actitud de esto es lo que busco y lo que quiero y no estoy para perder el tiempo en tonterías".

En el Hospital Ramón y Cajal de Madrid hay 263 médicos residentes. El 68% son mujeres. Es una tendencia general. Cuando se cuentan los jefes de servicio, las estadísticas flaquean: dos de 65. Lucrecia Suárez, que fue la directora médica durante dos años y ha sido ahora nombrada consejera técnica del Insalud, tiene la esperanza generalizada del sólo es cuestión de tiempo y paciencia. "No hay más que ver las mujeres que salen de las facultades y las que llegan como residentes. Los números son los números. En Madrid hay hospitales con mujeres gerentes y directoras médicos desde hace años. Lo que sí sufrimos, imagino que como en todas partes, es la dificultad añadida. Nunca trabajo menos de doce o trece horas diarias. No tengo hijos, pero si los tuviera, supongo que habría que elegir. No sé cómo ni qué, pero algo y de alguna manera".

Puestos a calcular el tamaño del salto que se ha dado y el del que queda por dar, todo depende de quién lo mida y desde cuándo. Si calcula Mercedes Fórmica, el segundo es casi despreciable, porque Mercedes empezó a saltar en los años cincuenta cuando aquí casi nadie levantaba los pies del suelo. Se licenció en Derecho y creyó que podría dedicarse a la carrera diplomática. Ingenuamente porque, entre las exigencias de la oposición estaba, y no implícita, sino especificada, la de ser varón. "Éramos exactamente tres las abogadas dadas de alta en el colegio. Una profesión muy poco acorde con mi feminidad me decían. Así que ahí andaba yo, defendiéndome con un trabajito en el Instituto de Estudios Políticos que me daba para almuerzo, cena y poquito más".

Publicó en 1953 en ABC un artículo que se llamaba "El domicilio conyugal". En Madrid, un hombre había cosido a puñaladas a su mujer y Mercedes aprovechó el suceso para denunciar la brutalidad con que se trataba y el desamparo en el que caían las mujeres separadas. "Tenían que salir de sus casas y eran literalmente depositadas en la de sus padres o en un convento. Todo con el consentimiento de sus maridos, que se quedaban siempre con la custodia de los hijos". El artículo de Mercedes provocó, que llegaran sacas de cartas a la redacción de ABC. Hasta Franco se interesó por el asunto y recibió a Mercedes en El Pardo. El asunto terminó con la reforma del Código Civil, el alivio, que no la solución, para la situación de las mujeres y Mercedes en las páginas del Time Magazine.

"Ahora -dice Mercedes- parece poca cosa, pero entonces fue la revolución. Y está bien que ahora parezca poca cosa. Se ha hecho tanto... Créame, los comienzos son siempre lo peor. Yo no he tenido hijos, pero veo a mis sobrinas nietas tan sobresaltadas... Corriendo de un lado para otro, sin tiempo para nada... Y me parece bien. Las mujeres tienen que llegar al punto donde su capacidad les permita. Nunca menos".

De su capacidad no tiene duda Mercedes Doval, vicerrectora de la Facultad de Geológicas de la Complutense. "Casi siempre, los diez mejores expedientes de cada licenciatura son de chicas". ¿Y luego? "El equipo rectoral tiene diez miembros, sólo tres son mujeres". El último informe del Consejo Económico Social sobre la situación sociolaboral de la mujer española es más cauteloso. Reconoce una incorporación masiva al mercado de trabajo desde mediados de los ochenta y advierte un estancamiento paralelo en los puestos de alta dirección. La proporción de uno a diez no ha variado en los últimos doce años. Además, matiza: "La tendencia alcista de la actividad femenina no siempre significa un progreso en la igualdad del empleo. Una parte de la mayor actividad femenina se tradujo en paro". El desempleo castiga a las más jóvenes. A un 54% de las que tienen entre 16 y 19 años y a un 45% de las que están entre los 20 y los 24".

"Bueno -dice Mercedes Doval- tarde o temprano tendrá que verse el final de este proceso de aceleración constante. Veo a mis hijas incapaces de detenerse en sus ambiciones por culpa de un hombre poco razonable. Y me acuerdo de cuando mi madre y mi suegra me aconsejaban que dejara de trabajar después del primer parto. También es verdad que entre los catedráticos o los profesores es mucho más frecuente que los hombres se permitan pasar un año estudiando en el extranjero. Y las mujeres los siguen o los esperan cuidando de que todo esté organizado a la vuelta. La autonomía afectiva es algo que aún nos cuesta". Cincuenta años. O cien. No sabe muy bien Luisa Castro (escritora, poeta, novelista, ganadora del Premio Hiperión, madre de dos niños y todo a los treinta años) cuánto queda "para que la mujer deje de resultar algo pintoresco, algo de color". Para que, resume, la vida pública, deje de volverse contra ella. "Seguimos siendo las responsables últimas de la familia, cediendo en los afectos. No termina el tira y afloja porque la racionalidad que demostramos es falsa. No sé cuánto queda, en fin, para que el amor no nos deje así, subordinadas y aisladas en el mundo".


Mercedes Fórmica
ABOGADA
Mercedes Doval
VICERRECTORA FACULTAD GEOLÓGICAS
Carmen Iglesias
DIRECTORA CENTRO DE ESTUDIOS INSTITUCIONALES
María Tardón
JUEZ
Luisa Castro
ESCRITORA
Lucrecia Suárez
CONSEJERA TÉCNICA INSALUD



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