...Y Sevilla

...Y Sevilla


El derramado sol de los encajes, los colores calientes de la Feria, faralaes que serán jardín de un cuerpo, la moza, una Sevilla de percal. La luz más aljamiada, el alto abril, un cielo de jinetes y una lámina de Andalucía la vieja, el aire puro. Las puertas y ventanas, el cemento, toda la fiebre humana de la fiesta, es una tierra mora en primavera, la paganía del sur sonando a sangre. Temperatura de oro y limonero, los patios de Sevilla con poeta, aristocracia de un tostado pueblo, los árabes que duermen en los atrios son príncipes mendigos a la noche, y el metralleo de las sevillanas atraviesa los cuerpos juveniles (cintura de muchacha de mil razas) como un viento violento de allá abajo, una brisa o palabra desde el río. Guadalquivir que cuenta así la Historia, del revés y con luces y con astros: Sevilla es una pura africanía, un tapiz de desnudos y caballos, una plaza que huele a campamento y a guitarra y a siglo XIX. Alfonsina Sevilla, fiesta móvil, y la bata de cola, colgandera, esperando ese cuerpo con dos dalias de adolescente pálida y morena. De bailaora popular y eterna.

Fotografía de J.P. Valentín



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