Secretos de Tramontana


 Mallorca

MAR Y MONTE. Las estribaciones de la montaña mueren en calas bellísimas, como la de Torrent de Pareis.

La costa más escarpada, la más bella de Mallorca, es el lugar elegido por los personajes más famosos, de ayer y de hoy, que se utilizan como señuelo para atracción del turismo: del actor Michael Douglas al archiduque Luis Salvador de Austria y su prima, la emperatriz Sisí.

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Pero eso es lo de menos. Lo de más es que aún quedan allí lugares por descubrir, retazos de la Mallorca profunda, agreste y aislada, campesina o pescadora. Sin grandes carreteras ni puertos deportivos, son como islas dentro de una isla que ostenta la renta más alta de España, gracias precisamente a la invasión de las masas. Secretos que hay que conquistar a pie, o casi, en el centro mismo de esta franja litoral que vale la pena recorrer de punta a punta.

Cala de Sant Vicenç no es una, como indica su nombre, sino una sucesión de pequeñas calas al resguardo del Cavall Bernat, prolongación de una sierra que hiende el mar transparente. Fuera de estación, Mallorca es de una quietud extraordinaria aunque siempre tiene un tráfico incesante de visitantes. Cada tres minutos despega un avión y 50.000 alemanes, casi el 10% de la población local, tienen ya aquí sus propiedades. Muchos abren negocios y están definitivamente instalados y otros vienen a sus fincas cada fin de semana. Una auténtica colonización, muy productiva para la isla, que tiene algunos detractores y muchos partidarios.

Por la carretera, sinuosa y estrecha, entre la fronda de la Sierra de Tramontana hay que conducir como en un rally. Tras las curvas se ve el enorme santuario de Lluc, fundado en el siglo XIII: la hospedería soportalada del siglo XVI, monumento histórico artístico; los obispos de bronce en los patios; la portada manierista y la virgen morena, ennegrecida, dicen, de tantos siglos de incienso y velas.

El vaivén placentero por el monte prepara para el gran espectáculo. Desde el Mirador de Ses Barques, más que un bando, una auténtica manada de gaviotas sobrevuela el valle de Sóller, cuajado de naranjos, y todo el mar, en elipse, se desprende de la bruma de la mañana. Por un camino infernal se llega a un paraíso campestre, agroturismo de lo más recóndito. Media hora de botes casi en vertical, disfrutando del paisaje. Olivos como esculturas, y nadie alrededor. Entre el mar y los riscos, el campo a las bravas y el tiempo detenido. Un foco de resistencia que conserva para viajeros y andarines la vida de antes, cuando una isla significaba sobre todo aislamiento. A la entrada de la alquería, el cabrón barbado (vulgo macho cabrío) como una esfinge, señor del rebaño, da miedo con sus ojos glaucos. Dentro, bulla de niños y montañeros, el asado en la mesa común y en el zaguán, zumo de naranja para refrescar al caminante. La finca llega hasta el mar, por aquí inaccesible, y hay que ir a su encuentro echando hora y media de camino fácil hasta Cala Tuent, una de las mejores.

Los mismos olivos pueblan los campos de Valldemosa. En la Cartuja, Chopin componía sus preludios enfermo de mal de amores y Georges Sand, que escribía y fumaba con furia toda la noche, se extasiaba: "Cuando paseo al atardecer; tengo que recordarme a mí misma que no son más que árboles".

La carretera que baja al puerto de Valldemosa es ya inverosímil. Un recorrido terrible para llegar a un sitio insulso si no fuera porque, a mitad de camino, se puede hacer un descubrimiento. En un entrante hay que dejar el coche, una valla abre y cierra un paso muy privado que conduce, entre otras fincas, a la mansión del célebre actor Michael Douglas. El camino muere en S'Estaca, que es una aldea mínima de pescadores, aunque muchos, incluso nativos, lo desconocen. Un rincón muy hermoso que apenas es nada, sólo cuatro elementos en el sitio justo: las casas colgadas del acantilado, como suspendidas al borde del agua, y las barcas varadas en la pendiente a punto de precipitarse en el Mediterráneo.

Por Elena Butragueño


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Comer:
En Cala de Sant Vicenç, Cavall Bernat: entre otras delicadezas, una original paella con sobrasada y garbanzos. Tfno: 53 02 50.
En Pollença: estupendo pescado en el restaurante Clivia. Tfno: 53 36 35.
En Port de Pollença: Stay, cocina internacional. Tfno: 86 40 13.
En Sóller: buena cocina casera en el Mirador de Ses Barques. Tfno: 63 07 92. El Guía: arroz y cocina local. Tfno: 63 02 27. Ca n´Aí: cocina mediterránea en un hotel rural fantástico. Tfno: 63 24 94. Vens d´Avall: internacional y refinado. Tfno: 63 23 81.
En Deià: C´an Quet: comida mallorquina. Tfno: 63 91 96.
En Valldemossa: C'an Pedro: también mallorquín. Tfno: 61 21 70.


Dormir:
En Cala de Sant Vicenç, El hotel Cala Sant Vicenç es un 4 estrellas estupendo. Hab. doble: desde 16.000 ptas.Tfno: 53 02 50.
En Sóller, Balitx d'Avall: una inmersión en la Mallorca rural, agroturismo sin lujos, pulcro y entrañable. Hab. doble: 11.000 ptas. con media pensión. Tfno: (908) 63 10 11. Can Coll: hotel rural refinado y delicioso. Hab. doble: desde 15.000 ptas. Tfno: 63 32 44.
En Deià: Costa d'Or, discreto y acogedor, en Lluch-Alcari. Hab. doble: 6.950 ptas. Tfno: 63 90 25.
En Valldemossa: Son Brondo. Hotel rural de lujo, en una antigua posesión magnífica. Suite: 22.500 ptas. Tfno: 77 03 36.


INFORMACION Ibatur. Tfno: (971) 71 20 10.
Consellería de Turisme. Tfno: 71 20 22.
Asociación de Agroturismo. Tfno: 77 03 36.



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