De izda. a dcha: Flebostasin retard (tratamiento de una mala circulación venosa de los miembros inferiores con hormigueo). Decadran (afecciones alérgicas, reumáticas, dermatológicas, oftalmológicas, endocrinas, hematológicas y edema cerebral). Fiorecet (tensión arterial)

SÍ, NOS DIRIGIMOS A USTED. Le debería dar vergüenza tomar aspirinas. No por sus virtudes, sobradamente sabidas y periódicamente recordadas, sino por la simpleza de su forma y estampa...

En la industria farmacéutica, no sólo cuenta la efectividad del compuesto en cuestión, sino el modelito en el que se embute el ácido acetilsalicílico, la faldita que lleva esa cortisona, la buena percha del antihistamínico...

Entrar en un farmacia supone tener al alcance alrededor de 24.000 fármacos diferentes. Atrás quedaron los tiempos en que casi todas las pastillas de la botica eran blancas, amargas y rugosas. Hoy en día, la industria medicamentosa ha impuesto la moda: grageas que se visten de triangulitos verdes, pastillas a modo de rosáceos corazones, atrevidas cápsulas que se insinúan con transparencias...

Existe una razón: distinguir las diferentes dosis y hacer un poco más agradable su ingesta. En el primer caso es una salvaguarda para los errores del farmacéutico. En el segundo, se trata de incitar subconscientemente al consumo que el facultativo ha recetado.

"El hecho de que exista tanta variedad en las formas y colores tiene un sentido, lo fundamental es que el paciente distinga las diferentes dosis, sobre todo a determinadas edades, cuando tomarse una dosis de cinco miligramos en vez de una de dos, puede tener consecuencias importantes", asegura el farmacéutico Antonio Panizo. Y añade: "Es como una medida de seguridad, ya que si nos equivocamos al entregar el medicamento y la persona ve que su fármaco no tiene la misma forma y color, suele volver a la farmacia".

DISTINTIVO

Una forma agradable, un color llamativo y un tacto suave hacen a su vez, consciente o inconscientemente, más agradable el consumo.

Desde los principales laboratorios se aducen otras razones para la existencia de esta peculiar pasarela. "Es un símbolo de diferenciación, una cuestión puramente distintiva, que la persona identifique un producto de un determinado laboratorio sólo por la apariencia es muy bueno comercialmente hablando; luego están los efectos secundarios, en el caso de que haya algún inconveniente es mucho más fácil saber de qué medicamento se trata si el paciente te viene diciendo que lo que ha tomado tenía, por ejemplo, forma de estrella", asegura un director científico de uno de los laboratorios más importantes en nuestro país.

En Estados Unidos, esta moda es aún más osada. En nuestra Europa, formas y colores guardan un discreto recato. Está claro que hay que tomarse las medicinas que se han recetado. Sin embargo, es necesario evitar la llamada iatrogenia; es decir, el consumo masivo de fármacos, lo último en el país de las barras y estrellas.

¿Importaremos esta nueva e inteligente modalidad de fast food? El Ministerio de Sanidad español es estricto al respecto. Determinados medicamentos cuya ingesta injustificada es peligrosa no pueden tener colores llamativos. "La idea es que no se confundan con golosinas", explican portavoces de la industria farmacéutica.

PATENTES

Además de las razones farmacotécnicas (pastillas pequeñas si son para tragar; grandes, tipo chicle, si son para masticar; o planas si son efervescentes, para que el agua penetre bien), los laboratorios saben que deben estudiar mucho la imagen de esa nueva gragea, pastilla o cápsula. Ha nacido una estrella y hay que labrarle un futuro exitoso.

La ley permite patentar un diseño, cuestión que asegura la exclusividad. Crear uno extraño, difícilmente imitable, dificulta la eclosión de los llamados counterfeiters, los temidos falsificadores de la industria farmacéutica. Y es que los tiempos han cambiado mucho desde que en la botica era necesario mirar el cartel para saber de qué medicamento se trataba. Ahora basta con mirarle la cara.